Aunque suelen pasar desapercibidos, las baterías, cargadores y cables de dispositivos electrónicos son fuentes significativas de contaminación y riesgos ambientales. Estos componentes contienen materiales tóxicos y difíciles de degradar que, si no se gestionan correctamente, pueden dañar ecosistemas y la salud humana. A continuación se describen sus impactos y las mejores prácticas para su manejo responsable.
1. Composición tóxica y riesgos ambientales
1.1 Baterías
- Litio y metales pesados: las baterías de iones de litio contienen compuestos de litio, cobalto y níquel que, en vertederos, pueden filtrarse al suelo y al agua, provocando contaminación por metales pesados.
- Electrolitos inflamables: los líquidos orgánicos dentro de las baterías son altamente combustibles, con riesgo de incendios y explosiones en plantas de tratamiento informal.
- Centenares de millones al año: cada año, solo en Perú se descartan más de 20 000 toneladas de baterías en RAEE, de las cuales menos del 10% recibe tratamiento especializado.
1.2 Cargadores
- Cloruro de polivinilo (PVC): muchos cables usan PVC como aislante, un plástico que libera dioxinas y furanos al incinerarse.
- Metales pesados en conectores: soldaduras con plomo y conectorado que incluye cadmio y estaño aportan carga contaminante cuando se desechan sin separación previa.
1.3 Cables y adaptadores
- Cobre y aluminio: aunque recuperables, su extracción manual en reciclaje informal suele implicar quema de aislamiento, liberando gases tóxicos.
- Retardantes de llama bromados: presentes en recubrimientos plásticos, generan sustancias persistentes de alta toxicidad al degradarse.
2. Impactos específicos
- Contaminación del suelo y aguas: la lixiviación de metales pesados puede elevar concentraciones de plomo y cadmio en acuíferos, afectando cultivos y fuentes de agua potable.
- Emisiones tóxicas: la quema de cables y fundas en vertederos informales emite dioxinas, compuestos vinculados a cáncer y alteraciones hormonales.
- Riesgos para trabajadores informales: la exposición directa sin protección a polvo y humos tóxicos causa enfermedades respiratorias, cutáneas y efectos neurológicos.
3. Buenas prácticas de gestión y reciclaje
- Separación en origen: al desechar electrónicos, extraer baterías, cargadores y cables para entregarlos por separado en puntos de acopio.
- Puntos de acopio especializados: verificar que el centro de recolección cuente con la capacidad de tratar cada tipo de componente según normativas de manejo de RAEE.
- Valorización de materiales: las baterías deben enviarse a plantas con procesos de pirometalurgia o hidrometalurgia que recuperen litio, cobalto y níquel; los cables se procesan para extraer cobre y aluminio sin quemas.
- Participar en programas de retorno: muchas marcas y tiendas ofrecen sistemas de devolución de cargadores y cables usados al adquirir uno nuevo, garantizando su reciclaje adecuado.
- Educación y sensibilización: informar a familiares y colegas sobre la toxicidad de estos componentes y la importancia de llevarlos a puntos formales.
4. Beneficios de un correcto manejo
- Reducción de contaminación: evita la liberación de metales pesados y gases tóxicos a la atmósfera y cuerpos de agua.
- Recuperación de recursos críticos: el litio y el cobalto recuperados en el reciclaje de baterías alimentan la cadena de producción de nuevas baterías, disminuyendo la demanda de minería.
- Protección de la salud pública: minimiza la exposición de trabajadores y comunidades a sustancias peligrosas, reduciendo enfermedades asociadas.
- Contribución a la economía circular: fomenta el mercado de materiales reciclados y crea empleos formales en plantas de tratamiento.
Las baterías, cargadores y cables son “pequeños grandes contaminantes” que, sin un manejo adecuado, pueden provocar graves daños ambientales y de salud. Separarlos en origen, llevarlos a puntos de acopio autorizados y apoyar programas de retorno de fabricantes son acciones clave para asegurar su reciclaje responsable, recuperar recursos valiosos y proteger nuestro entorno.